ENGAÑO   No:54


El famélico can rasguñaba el negro y duro asfalto en mitad de la carretera, con furor casi histérico buscaba liberar un punto blanco que asomaba levemente.

Llevaba un buen rato en eso, cuando uno de los tantos vehículos que lo habían esquivado, esta vez no pudo hacerlo, levantándolo brutalmente por los aires con un golpe seco y ruidoso, enviándolo a un lado de la vía, donde cayó muerto el pobre animal.

Pasado un rato, calmado el ambiente, me acerqué al punto donde el perro escarbaba con tanta insistencia y solo divisé una pequeña punta redonda que asomaba, de forma redondeada y tono marfíleño, podía confundirse con un hueso enterrado.

Cuantas veces en la vida, "como el perro"; escarbamos con denuedo, buscando recompensas engañosas que solo están, en nuestra fértil imaginación, sin tomar en cuenta a que nos exponemos.


Humberto Restrepo.


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