FUGAZ DESEO: No:42
La mesa tapizada por los vasos de aguardiente y las copas de vino, sobresalían en la decoración de aquel tugurio.
Atizada la líbido, por el licor consumido, acerqué insinuantes mis labios a su oído, preguntándole suave
¿ cuanto ?. Me miró fijo y sin decir palabra, abrió una de sus manos mostrando cinco dedos.
Cincuenta verdes, dije: te vendes caro, pedís lo de tres; valgo por cinco, contestó, mirando hacia los
lados displicente, como quién dice, " lo tomas o lo dejas ", no sabes lo que te pierdes.
Forjado en el amor comprado y conocedor de su valía; " no regateé ", me sentía capaz de recuperar la
inversión con creces.
Ya en el cuarto, con buena luz, detalle con algo de morbo cada centímetro del voluptuoso cuerpo , que
sería objeto de mi placer en breve.
Ella, fue hacia la pared, bajando la intensidad de la luz casi a cero, comenzó a desvestirse bajando el
sierre del vestido enterizo, dejándolo caer al piso, susurrando quedo. Bañémonos " ricura ", hace calor
y nos refrescaremos para agarrar mínimo.
Entró a la ducha, despojándose del rojo y bordado sostén y las pantys transparentes, quedando desnuda,
tomó una esponja con mucho jabón, haciendo abundante espuma,, y abrió el grifo.
El agua fría como hielo erecto sus soberbios pechos, cuyos rígidos pezones me apuntaban llamándome;
entonces entré, ella se acercó lenta e insinuante hasta rozar sus pechos con mi cuerpo. Un escalofrío
brutal pasó por mi columna cuando empezó a enjabonarme, con su hábil mano manejaba la esponja con
pericia, llegando a rincones desconocidos para mi. Un movimiento inesperado, repentino, avivó un
tigre dormido , que feroz, quería destruir el mundo y en una fracción de segundo, un
enorme volcán explotó dentro de mí, bañándome en lava blanca caliente, cuando la esponja llegó a la
altura de la ingle.
Hoy en el recuerdo, caigo en cuenta que los cinco dedos, no era el precio del negocio , me mostraba
el arma, con la que me vencería.
Humberto Restrepo.
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