AUSENCIA: No:26
Cuando los hijos se van,
el vacío hace lugar;
ese espacio no se llena,
con las presencias ajenas.
Impregnado está su olor,
en las cosas cotidianas;
es un aroma de amor,
que no, suaviza el dolor.
Y, también tenemos cosas,
que ahora, sí vemos hermosas;
saturadas de su esencia,
percibimos su presencia.
Tocarlas, es como a ellos,
acariciarlas, es bello;
y queriéndolas besar,
se nos va la vida en ello.
Siempre rogamos a Dios,
que los guarde con tesón;
que a sus labios les permita,
besar. la frente marchita.
Que cosa tan grande. "el hijo",
el propio Dios lo lloró;
se arrodilló y lo bendijo.
Humberto Restrepo.
Hermoso y sublime cada ser llega a enseñarte un sentimiento único. El padre es maestro pero al mismo tiempo los hijos enseñan y conoces una parte escondida dentro de ti que solo aflora con ese sentimiento de amor
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